martes, 16 de febrero de 2010

EL SECRETO ES EL COMPROMISO

por Horacio Pagani
Fuente Clarin

Ahora que las ventas de jugadores al exterior son moneda corriente, que ya no importa el equipo en que juegue, grande o chico, que tampoco influye la edad, con menos años, mejor, también se da el proceso del ida y vuelta. Van con la ilusión encendida de mirar otros cielos y de salvarse económicamente. Y muchos vuelven rápidamente. Casi sin haber jugado en el club comprador. Por falta de adaptación, por nostalgia o por cualquier otro tema, los que alcanzan el afianzamiento por sus propias cualidades no vuelven a la Argentina. Pasan de club a club, de liga a liga, pero se quedan en Europa. O en paraísos futboleros (Qatar, Arabia...). Sólo por dinero.

Los grandes esfuerzos de los clubes argentinos suelen naufragar ante la imposibilidad económica. Pero, de vez en cuando, algún monstruo sagrado, ya en el final de su carrera, y con confort asegurado, decide pegar la vuelta. Total, con la experiencia reforzada y con la fuerza del nombre cree que alcanza el cierre digno.

La llegada de Roberto Ayala, tras casi quince años europeos y al borde de los 37 de edad, es el último ejemplo. Racing pegó el golpe por una cifra importante por su préstamo. Debutó enseguida, sin readaptación. Y no le fue bien contra Arsenal. La velocidad de Jara lo dejó en evidencia. Ya habrá aprendido el ex capitán de la Selección que con el nombre no alcanza. Que deberá esforzarse para lograr una condición que le permita competir con chances ante rivales jóvenes y atrevidos.

Que no interesan ni las edades ni las antiguas habilidades, sino el compromiso, ya dio nítidas pruebas Juan Sebastián Verón. Volvió triunfador, pero con la intención de llevar a Estudiantes a la cima más alta, igual que su padre, integrante de aquella epopeya de los sesenta. Y lo llevó. Y quiso revancha con la Selección, tras la frustración de Japón. Y la tendrá en Sudáfrica. Con un nivel y una entrega excepcionales ya es la gran figura del fútbol argentino.

Matías Almeyda vivió penando tras su apresurado retiro, a pura nostalgia durante cuatro años. Hasta que tomó la decisión clave. Volvió en River, su club. Con tanta vocación que no sólo se ganó la confianza de todos sino hasta la capitanía. Un ejemplo de compromiso. Y ése es el secreto de la permanencia.

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