miércoles, 21 de diciembre de 2011

A la altura de la historia


Fuente Diario Ole



El Pelado Almeyda celebra sus 38 abriles y en Olé hacemos un repaso de su carrera ligada a River: desde sus inicios y los títulos, pasando por su regreso del retiro y su compromiso como DT. Recordalo y dejale tu saludo.

El añito que se acaba para la gente de River difícilmente podrá ser olvidado pero especialmente acarreó cambios en la vida de Matías Jesús Almeyda, quien este miércoles 21 cumple 38 años. En esas cosas extrañas del fútbol, Almeyda llegó al lugar de ídolo en el peor momento de la historia de River. Lo que habla a las claras de sus características como jugador y persona y, en especial, del reconocimiento por haber vuelto a poner el hombro cuando nadie lo hacía. Pero su historia con la Banda comenzó mucho antes.

Nacido en Azul, Almeyda debutó en River el 21 de febrero de 1992, de la mano del entonces técnico y actual presidente, Daniel Passarella (más adelante compartirían pasos por la Selección y el fútbol italiano). Marcador central de mucha recuperación pero con un estilo acorde a la historia millonaria, se ganó un lugar a base de personalidad y sacrificio. En los primeros tiempos alternó con Leo Astrada y luego, en tiempo de Ramón Díaz, se adaptaría a jugar por la derecha.

Justamente en su último año en River, 1996, el Pelado fue determinante en la obtención de la Libertadores. Su golazo en Chile, frente a la U, le dio el pase a la final a un Millo que luego sería campeón. Tambien fue partícipe de tres campeonatos a nivel local. Después, claro, emigró a Europa en una cifra récord para esos tiempo (más de 9 millones de dólares). En el Viejo Continente continuó de la mejor manera de carrera y se destacó especialmente su paso por la Lazio, donde dio seis vueltas. También jugó varios años con la Selección (Mundiales 98 y 02) y ganó la plata en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96.

Pero la vuelta más sentida para él fue seguramente otra. En el 2006 se había retirado pero luego de un par de años quiso despuntar el vicio y jugó un par de partidos en Fénix, equipo de la D que dio el batacazo con su incorporación. Pero a mediados del 2009, en vistas de la difícil situación que atravesaba su River querido, aceptó volver a ponerse la Banda y poner el hombro en la mala. No tuvo la mejor suerte en el terreno deportivo (su último partido fue en Córdoba, en la ida de la Promo con Belgrano) pero en el de la pasión su figura creció hasta los lugares más altos. Su estampa era de lo poco que revivía los viejos sentimientos millonarios y la imagen en que se iba de la Bombonera expulsado y besándose la camiseta en el último súper, fue inmortalizada por los hinchas.

Pero el compromiso de Almeyda fue aún más lejos y, apenas concretado el descenso, otra vez se calzó la mochila más pesada y le pidió a Passarella convertirse en el técnico que lo devolviera a Primera. Al cabo de medio campeonato, el equipo se encuentra en zona de ascenso directo y, como él promulga, se ha reencontrado con algo de su historia dentro de la cancha, sin hacer un torneo brillante. Además hizo que todo el plantel se hiciera socio para comprometerse con el club. Como siempre, como un León, Almeyda va al frente y no le teme a las consecuencias. Que sea feliz en su día y, por el bien de los millonarios (entre los que se incluye), que se le cumplan sus deseos.

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