lunes, 27 de junio de 2011

Almeyda y una historia de amor muy dolorosa


Fuente La Nacion


Entre las innumerables historias de dolor de este River abatido, la de Matías Almeyda se destaca por el simbolismo e la identificación con los valores más emocionales del club.

Lo vivió detrás del arco más cercano a la tribuna Sívori, con la indumentaria oficial del club. Aunque estuviera suspendido, era una situación muy especial; tal vez por eso Pezzotta no le dijo nada. Tampoco a Paulo Ferrari, que lo acompañó todo el partido. La televisión lo mostró varias veces lamentándose por varias de las jugadas que no pudieron concretar Pavone, Díaz y Caruso en el primer tiempo. Sufrió muchísimo. Pudo haber sido su final.

Almeyda se había retirado del fútbol; entre 2008 y 2009, jugó torneos para veteranos y en el ascenso, en la primera C, con Fénix. Fue una sorpresa absoluta cuando en el Apertura 2009 anunció que volvía para ayudar a River en un momento crítico.

"Ahora quiero disfrutar del fútbol y no sufrir. Vengo por hambre de gloria, no para robar. Volví por sentimientos, no por un tema económico. Es un amor incondicional con esta camiseta, yo nací bajo estas tribunas y mi idea siempre fue volver acá. Me voy a jugar lo último que me queda", decía en su regreso el 18 de agosto de 2009.

Se convirtió en el motor del equipo en todo este tiempo, pero su entrega no alcanzó. Está claro que ninguno de sus deseos se cumplieron.

Tiene contrato hasta fin de año, pero eso lo dejaría a medio camino en el torneo de la B Nacional. Algunos dirigentes especulan que puede ser el próximo DT. Pero, por ahora, todo parece apresurado.

Su historia de amor con el club de su vida terminó siendo más dolorosa de lo que jamás se imaginó.

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