martes, 27 de octubre de 2009

Al final, está hecho un pibe


Fuente: Diario Ole


Almeyda, a los 36 años, no sólo fue uno de los mejores: jugó el clásico con los dientes apretados y mucha emoción. Sabe que para él puede ser el último: "Lo disfruté desde que entré a la concentración". Terminó siendo el capitán.


Lo disfruté desde que entré a la concentración". Luego de la charla técnica, junto a Ortega y a Gallardo, arengaron a sus compañeros. Cuando salió a la cancha fue a saludar a la Belgrano baja en donde estaba su familia. Después se abrazó con la mayoría de sus compañeros. Y cuando le tocó hacerlo con Ortega, le habló al oído. Ahí fue a buscar al masajista para que le avisara a un fotógrafo: cuando la cámara estuvo a disposición volvieron a abrazarse con el jujeño con la popular de River de fondo. Matías Almeyda quiso dejar para la posteridad lo que, muy probablemente, haya sido su último clásico, el único en este regreso a River.


Lo jugó con gran emoción. Y, por supuesto, como siempre, con los dientes apretados, contagiando personalidad. A los dos minutos le dio de punta y sólo en el primer tiempo tuvo 12 quites y anticipos. Levantó una y otra vez a la gente. Le ganó pequeñas disputas personales a todos los volantes de Boca y, en especial, a Riquelme, ante quien siempre estuvo muy cerca, muy atento. En el segundo tiempo, hasta se animó a pegarle de lejos: la atajó el Pato. Hasta llegó a ser capitán del equipo, cuando salió Ortega, que había heredado la cinta de Gallardo.


Luego, en el vestuario, aseguró: "Le debemos agradecimiento a la gente que apoya a pesar del momento". También se declaró "feliz por lo que produjo el equipo, las situaciones que creó y la manera en que demostró que está mejor que Boca". Y también fue claro respecto del futuro: "Vamos a tener que luchar hasta diciembre, si ganábamos hoy no solucionábamos nada".

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